viernes, 24 de abril de 2009

SIETE CONSEJOS PARA UN BUEN LECTOR


1. Leerse la lectura antes. Si puede ser, en voz alta y un par de veces. Leerla para entender bien el sentido y para ver que entonación hay que dar a cada frase, cuáles son las que hay que resaltar, dónde están los puntos y las comas, en qué palabra podríamos equivocarnos, etc.

2. Al estar delante del Ambón, vigilar la posición del cuerpo. No se trata de adoptar posturas hieráticas y rígidas, pero tampoco se debe leer, por ejemplo, con las manos en los bolsillos.

3. Situarse a la distancia adecuada del micrófono para que se oiga bien. A veces por causa de la separación se oye mal. No empezar pues, hasta que el micrófono esté a la medida (y cual es la medida correcta se ha de haber aprendido antes: a un palmo de la boca acostumbra a ser la colocación adecuada).

4. Leer lentamente. El principal defecto de los lectores en este país de nervios y de nula educación para la actuación pública es precisamente éste: el de leer deprisa. Si se lee velozmente, los oyentes quizás si conseguirán entendernos, pero lo que leamos no penetrará. Hay que desterrar, pues, el estilo del lector que sube deprisa, empieza la lectura sin mirar a la gente y marcha más deprisa aún. Y no es eso: hay que llegar al ambón, respirar y antes de empezar, leer haciendo las pausas en las comas y haciendo una respiración completa en cada punto, dejar una pausa antes de decir “Palabra de Dios”, escuchar desde el Ambón la respuesta del pueblo, y luego volver hacia el sitio. Aprender a leer sin prisas, con aplomo y seguridad ciertamente cuesta: por ello es importante hacer tantos ensayos y pruebas como sean necesarias: ¡Es la única forma!

5. Vocalizar. Esto es: remarcar cada sílaba, mover los labios y la boca, no atropellarse, no bajar el tono en los finales de frase. Sin afectación ni comedia pero recordando que se esta actuando en público, y que el público tiene que entender bien. Y una actuación en público es diferente a una conversación en la calle.

6. Mirar a la gente. Los ojos no han de estar fijos todo el tiempo en el libro, sino que de vez en cuando hay que levantarlos y dirigirlos con tranquilidad a los que nos escuchan. Eso crea el clima de comunicación necesario para una buena lectura. Y precisamente ayuda a remarcar las frases más importantes: mirar a la gente en una frase importante la hace penetrar más. Además ayuda al clima de lectura lente que hemos dicho.

7. Leer con la cabeza alta. La voz resulta más clara y el tono más elevado. También así se puede mirar más fácilmente a la asamblea. Si es necesario, se puede coger el libro levantándolo para no tener que bajar la cabeza.

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